sábado, 29 de agosto de 2009

Uno tiene que aceptar las vueltas de la rueda de la fortuna. Como en el tarot. Yo cuando era chiquita fui a una boda gitana. Una fiesta muy linda. No me la olvido mas. Y la copa no se rompió. Una vieja gitana gritaba desesperada "Desgracia, desgracia". Y yo me asusté mucho. Pero mi papá me llevo aparte y me dijo que esas eran tradiciones, creencias. Y estas creencias siempre tienen un origen. Mi  papá decía que a cada día lo seguía su noche, que a cada llanto una sonrisa, y a cada nacimiento una muerte. Mi papá decía que había que celebrar las bodas con muchas sonrisas, y una lágrima. La sonrisa es para la buenaventura, y la lágrima para acordarnos que la vida no es eterna. Y decía que en los funerales había que llorar con muchas lágrimas y una sonrisa. La sonrisa para acordarnos que en la vida todo es una rueda. Que lo que nace, nace para morir. Y lo que muere, muere para nacer. Pero no hay que ir a las bodas pensando en funerales. Ni a los funerales pensando en bodas. A la vida hay que aceptarla como es, con su día y su noche, con su llanto y su sonrisa. Hay que aceptar la vida como es, con sus bodas y sus funerales.


No hay comentarios:

Publicar un comentario